[71 SSIFF] The killer: Fincher y el método del asesino

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La nueva película de David Fincher es la sorpresa del Festival de San Sebastián y también una de las películas del año. Se trata de la adaptación de la novela gráfica Le Tueur. Escrita por Alexis Nolent, bajo el seudónimo de Matz. El guionista de Se7en, Andrew Kevin Walker, es el responsable del libreto.

A veces una se pregunta qué habrá en la cabeza de David Fincher. Qué es lo que le fascina de los asesinos en series. Y cómo puede levantar películas tan buenas sobre hechos y personajes intrínsecamente malos: Se7en, Zodiac, Millennium, MindhunterThe Killer. Aquí vuelve al asesino en serie, como profesión en este caso, para elaborar una historia de venganza y de persecución, estilísticamente tan cuidada como cabría esperar y que nos devuelve a un actor que hacía cuatro años que no veíamos en la gran pantalla.

Porque a ese asesino le da vida Michael Fassbender. La presentación del personaje es en un prólogo que evoca a El silencio de un hombre (Jean-Pierre Melville, 1967) y a La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954), en el que se nos introduce al personaje y se establece como el narrador de la acción mediante su voz en off, que nos acompañará durante toda la cinta. Esa voz en off no resulta en absoluto cargante, ya que establece un contrapunto con la apariencia hermética, casi inexpresiva, del protagonista, aportando ritmo y dinamismo a la película. El prólogo finaliza cuando el asesino comete un error y pasa a ser un cabo suelto. Ahí es cuando empieza la caza que acabará siendo algo personal para el protagonista desde el momento en que atacan a alguien muy cercano. ¿Quién dijo que solo eran negocios?

¿Qué hace de esta The killer una propuesta entretenida y con una factura impecable? David Fincher, por supuesto. Meticuloso en sus planteamientos y planificaciones, la cinta tiene esa factura refinada que ya asociamos con este director. Mérito suyo y del equipo del que se rodea, del que muchos ya son viejos conocidos. Además de Andrew Kevin Walker, encontramos a Erik Messerschmidt como director de fotografía (consiguió el Oscar por su trabajo en Mank) y a Kirk Baxter en el montaje (también ha conseguido dos estatuillas por trabajos previos en películas de Fincher). En esta ocasión, el resultado de la fusión de la fotografía detallista de Messerschmidt con el nervio del montaje de Baxter resulta una obra con brío, en la que destacan las escenas de lucha. También repiten Trent Reznor y Atticus Ross, con una banda sonora muy efectiva aunque menos reconocible que en ocasiones anteriores. Claro que nadie puede competir con la selección musical que escucha el asesino sin nombre: un recopilatorio de The Smith.

En las interpretaciones, Fassbender destaca en ese personaje poco expresivo que, claro está, donde pone el ojo intenta poner la bala. Al intérprete le secunda un elenco de secundarios, como Arliss Howard o Kerry O’Malley, con buenas interpretaciones. Pero es Tilda Swinton la que con su intervención le da la réplica más convincente al actor germano-irlandés. Los minutos que comparten pantalla son ciertamente memorables. 

La película, presentada en la última edición del Festival de Venecia, tuvo en general una buena acogida, si bien finalmente no fue incluida en el palmarés. Sea porque se valoraron más otras propuestas, sea porque de la forma de dirigir de Fincher resulta una historia fluida, en la que parece que todo se encadena con sencillez. Nada más lejos de la realidad: para que todo funcione de esa manera tiene que haber una planificación detallada de cada elemento, de manera que el constructo fílmico sea tan robusto como invisible para el espectador. 

Nota: texto basado en el publicado en el periódico de Festival de San Sebastián.

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