«April»: el cine sin concesiones de Dea Kulumbegashvili 

Dea Kulumbegashvili se dio a conocer internacionalmente con Beginning (2020), una obra arriesgada y perturbadora que le valió la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Ahora, con April, presentada en el Festival de Venecia 2024, la directora georgiana confirma su talento y reafirma su estilo inconfundible. A través de una puesta en escena austera pero impactante, la película aborda temas como la autonomía femenina y la opresión social sin concesiones, consolidando a Kulumbegashvili como una de las voces más audaces del cine contemporáneo.

La película se centra en Nina, una ginecóloga que, además de su labor en el hospital, realiza abortos ilegales en aldeas rurales de Georgia. La interpretación de Ia Sukhitashvili es notable, aportando profundidad y autenticidad al personaje. Pero April no es simplemente una película sobre el aborto; es una exploración profunda de la sexualidad femenina, la autonomía corporal y las complejidades morales en una sociedad que a menudo margina y silencia a las mujeres. Kulumbegashvili evita caer en discursos moralizantes, ofreciendo en su lugar una meditación perturbadora sobre la condición femenina y las decisiones que enfrentan las mujeres en situaciones adversas.

Como ya hiciera en su primer largometraje, multipremiado en el Zinemaldia, la realizadora emplea una narrativa visual audaz, utilizando planos largos y estáticos que invitan al espectador a una reflexión profunda. Las escenas iniciales, que incluyen un parto complicado y un aborto clandestino, son filmadas con una crudeza que subraya la realidad a la que se enfrentan muchas mujeres en contextos donde el aborto es ilegal. Estas representaciones no buscan el sensacionalismo, sino que sirven para enfatizar la vulnerabilidad y fortaleza de las protagonistas.

La directora también incorpora elementos simbólicos, como la aparición recurrente de una figura femenina de piel castigada, que puede interpretarse como una manifestación del estado emocional de Nina. Estas imágenes, junto con la banda sonora asincrónica de Matthew Herbert, crean una atmósfera inquietante que refleja las tensiones internas y externas que enfrenta la protagonista. La realizadora, que vuelve a trabajar los espacios y el fuera de plano con maestría, fija la cámara en interiores. En exteriores, retrata pequeños momentos de belleza que contrastan con las largas secuencias de tormentas.

La directora Dea Kulumbegashvili recibió el Premio Especial del Jurado en la última Mostra Internacional de Venecia.

Aunque la película puede resultar desafiante para algunos espectadores debido a su contenido explícito y su ritmo contemplativo, April es una obra cinematográfica poderosa y, a pesar de todo, necesaria. Su enfoque valiente y su narrativa sin concesiones ofrecen una perspectiva invaluable sobre temas que rara vez se abordan con tanta honestidad en el cine contemporáneo.

Nota: a la publicación de este texto, la película no tiene fecha de estreno en España.

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