La octava jornada del Zinemaldia ofreció un contraste radical: la ligereza ingeniosa de un pequeño milagro mexicano frente a la aparatosa caída de un proyecto internacional con nombres de relumbrón.

Cobre (Horizontes Latinos)
El mexicano Nicolás Pereda firma una propuesta minimalista que, con ingenio y un reparto en estado de gracia, consigue un pequeño milagro. Cobre lleva la reiteración y los diálogos en bucle hasta lo absurdo, pero nunca al ridículo. Su juego de repeticiones se convierte en un mecanismo hipnótico que, lejos de cansar, atrapa. Una auténtica bocanada de aire fresco en medio de tanto drama solemne, y una prueba más de que el cine de Pereda sigue encontrando en lo cotidiano un territorio para la experimentación más libre.
Ballad of a Small Player (Sección Oficial)
En cambio, la nueva película de Edward Berger supone un claro paso atrás en su filmografía. Sucia y ruidosa en lo audiovisual, Ballad of a Small Player no encuentra equilibrio entre su ambición de gran fresco y la necesidad de un punto de vista sólido. Colin Farrell, lejos de su mejor registro, abusa del histrionismo, y ni siquiera la aparición de una Tilda Swinton en clave casi marciana logra salvar el conjunto.
El tropiezo se nota aún más si recordamos de dónde viene Berger: el pulso preciso de Jack (2014), el thriller contenido de Deutschland 83 en televisión y, sobre todo, la contundencia visual y emocional de Sin novedad en el frente (All Quiet on the Western Front, 2022), que le valió el Oscar a la mejor película internacional. En aquellos trabajos Berger demostraba un control del ritmo y una claridad de tono que aquí parecen difuminarse entre el ruido y una puesta en escena excesivamente estridente. Y en Conclave destacaba su trabajo con la cámara y las decisiones visuales funcionaban como un todo compacto y elegante, lo que la aleja de su nueva propuesta. Una lástima.
Un día de contrastes: el frescor juguetón de Cobre frente a la aparentosa decepción de Ballad of a Small Player. El Zinemaldia, a punto de cerrar su edición, recuerda que el riesgo puede venir de una película pequeña mientras el prestigio no siempre garantiza grandeza.
