Hay películas que no se contentan con contar una vida: necesitan demostrar, plano a plano, que son cine con mayúsculas. Eterno visionario, la ambiciosa aproximación de Michele Placido a la figura del dramaturgo Luigi Pirandello, es una de ellas. Y esa necesidad constante de subrayar la puesta en escena termina por entorpecer lo que podría haber…
