Tras dos películas que han acelerado el pulso de la Sección Oficial volvemos al páramo de películas que no molestan, pero tampoco enamoran.

Supernova: Colin Firth y Stanley Tucci convencen en un drama convencional

De Supernova ya os hablamos en uno de nuestros podcast. Y poco más que añadir, la verdad. Película sencilla, que explota sus recursos de manera más que correcta. Para empezar cuenta con un guion que evita caer en el exceso de drama. Cuando la situación es triste no es necesario añadir dramas colaterales que lo único que consiguen es desviar la atención. Harry Macqueen en su faceta de guionista acierta planteando el drama de forma sencilla y sin subrayar innecesariamente. Como director también acierta: la película destaca por su buena dirección de actores, pero también por su montaje y una producción muy cuidada.

En cualquier caso, los protagonistas absolutos con Stanley Tucci y Colin Firth, que lejos de fagocitar al film, componen unos personajes cercanos, emotivos y sensibles, pero evitando la ñoñería. Una de las pocas películas para todos los públicos de esta Sección Oficial.

Nosotros nunca moriremos (pero los demás os padeceremos)

Si de la película de Harry Macqueen alabamos su sentido del equilibrio, en la de Eduardo Crespo nos quedamos con las ganas que la película decidiera que camino tomar. Drama familiar, drama con tintes paranormales, drama sobre la explotación laboral, historia de amor correspondido truncada por la fatídica muerte del protagonista, ¿muerte accidental, natural o suicidio? Todo esto y más tiene cabida en está historia que en su indefinición no acierta a desarrollar un relato. Si en Beginning el relato fluía a partir de su aparato audiovisual, como un todo orgánico, en Nosotros nunca moriremos no encontramos esa alegoría visual, esos componentes cinematográficos con los que hilvanar una historia contundente.