[68 SSIFF] Druk (o la borrachera de buen cine)

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Desde la segunda jornada ha sido nuestra favorita. Y ahí sigue. Un ejercicio de cine magistralmente dirigido, planificado e interpretado. Con una historia compleja muy bien ejecutada. Thomas Vinterberg vuelve con rabia y recupera el pulso de su mejor cine de la mano de un gran Mads Mikkelsen.

Druk como revisión del cine de colegas

Porque cuando empieza, Druk nos presenta a ese grupo de amigos, que llevan eso que llamamos «vidas estables» cuando en realidad son vidas establemente disimuladas. Hartos de su vida laboral, de matrimonios que no son tan maravillosos como nos hacen creer o que ya están rotos. Acomodados en su escala de grises vital, descubren las tesis del psiquiatra noruego Finn Skarderud, quien sostiene que el cuerpo humano tiene un déficit de alcohol del 0,05%. Los colegas deciden suplir ese porcentaje e ir documentando los efectos que probar dicha tesis pueda tener.

La facilidad con la que inician el experimento podría parecer inocente sino fuera por la forma en que este se va convirtiendo en lo que realmente es: una adicción. De repente, la película de colegas ha dejado de serlo. Ha metamorfoseado en algo más oscuro pero inevitable y ha hecho aflorar lo que la fachada de madurez y estabilidad había mantenido fuera del alcance de los ojos del prójimo.

Druk como revisión drama familiar y social

La transición, si la hay, es tan sutil que cuando hemos encajado el cambio de tono, la situación ya se ha tornado un problema serio. El espectador, a quien ya se le ha congelado la sonrisa, asiste al resultado de una adicción socialmente permitida. La cinta alterna momentos dramáticos con algún punto de humor negro. El guion, escrito por Tobias Lindholm y el propio Thomas Vinterberg, parece ir siempre dos pasos por delante del espectador. En esta parte central asistimos a alguno de los momentos más tristes de la película pero siempre rehuyendo de discursos moralizantes. En ese sentido, la cinta trata al espectador como a un adulto y le obliga a pensar, a sacar sus propias condiciones.

Druk como la película total

Los últimos veinte minutos son certeros y muy acertados en el elegido. Cuando en el día a día el alcoholismo se manifiesta como un problema, ya hace tiempo que lo era en el entorno privado, pero la película no pretende dar lecciones sobre ese tema. Vinterberg que había ido desvelando sus bazas desde el principio (guion fuerte, estupenda dirección y un grupo de actores entonadísimos, encabezados por Mads Mikkelsen), pero llegados a este punto redondea la película con uno de los finales más potentes que hemos visto últimamente.

Además del trabajo del realizador, Mikkelsen realiza un trabajo minucioso y sutil, pero el espectador no puede dejar de seguirle con la mirada cuando está en escena. Tan brillante como el trabajo de montaje y el de producción musical. Es posible que la fotografía siendo correcta no llegue al nivel de otros atributos de la película, pero viendo como acaba la película no es descabellado suponer que es algo totalmente estudiado y totalmente justificado por el tono de la película.

Así pues, esta edición del Zinemaldia, independientemente de lo que afirme dentro de unas horas el Jurado, tiene la cara de Mads Mikkelsen y la dirección de Thomas Vinterberg.

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