Jornada en la que el mejor cine ha estado en otras secciones (¡Gracias, Paolo (Sorrentino)!) En la que las ideas se han visto sometidas a la afectación. Jornada gris, tanto fuera como dentro del Kursaal.

“As in heaven”: despertar niña, acostarse mujer
En la ópera prima de Tea Lindeburg, el camino de la joven protagonista es una entrada en la madurez sin paso previo por la adolescencia. En el prólogo, Lise (Flora Ofelia Hofmann Lindahl) se nos presenta como una joven risueña, la primogénita de una familia rural en la Dinamarca del siglo XIX. En dicha introducción descubrimos también a una madre que espera un nuevo vástago. Y también como la luz del exterior son vestidos negros y malos augurios en el interior.
Religión, visiones, confiar más en la providencia que en el médico. Componentes todos de una historia que se vuelve oscura y opresiva a medida que se va complicando el parto de la madre de Lise. Referencias evidentes al cine de Dreyer que la realizadora Tea Lindeburg trata de adoptar como propias combinandolas con escenas oníricas y con un pretendido mensaje feminista.

Sin embargo, la mezcla no acaba de funcionar. Sea porque las escenas de sufrimiento de la madre se prolongan y no queda claro por qué (además de mostrarnos el padecimiento de la mujer, obviamente), o quizás porque cuando la historia parece definir por dónde va adentrarse, es interrumpida para centrarse en algún secundario, normalmente un hermano de Lise. Pero lo cierto, es que la película se resiente de esas interrupciones. En cuanto al mensaje faminista, es más una referencia explicativa que reivindicativa. Se basa principalmente en la figura de un padre que no ve con buenos ojos que su hija mayor vaya a estudiar, animada por su madre. De un padre que exige de los demás un comportamiento en el que él no da la talla. A estas alturas, el espectador puede exigir un retrato menos simplista.
Pero si algo resulta interesante en esta “As in heaven”, además del trabajo actoral, sobre todo el de su protagonista, es la fotografía de Marcel Zyskind. La tenue iluminación de las velas, las sombras que van haciendo acto de presencia según llega la noche y adquieren una textura viscosa, que va apagando los ánimos, a medida que los gritos de la madre van tornándose más desesperados. En cualquier caso, las buenas intenciones mostradas en el aparato formal no se materializan en un resultado compacto.
“Distancia de Rescate”: una fábula ensimismada
En su nuevo proyecto, Claudia Llosa ha adaptado el texto homónimo de Samantha Schweblin, siendo las dos responsables del guion. Una historia de madres, hijos y el hilo invisible que los une. Del amor incondicional y de los sacrificios que se hacen por ellos. También es una propuesta de reivindicación ecologista con componentes fantásticos. Un relato pretendidamente hipnótico, demasiado esclavo de la voz en off y con una tendencia a la sobreexplicación que resulta cargante.

La película se mueve en la frontera de lo sobrenatural con lo familiar durante casi todo el metraje, pero se acaba traicionando a sí misma al final. Cuando la resolución desemboca en la denuncia ecologista, la sensación es la de un volantazo argumental. Por su parte, María Valverde y Dolores Fonzi dan vida a dos personajes que encarnan y viven la maternidad desde momentos vitales muy diferentes. No es descabellado afirmar que son lo mejor de la película. Insuficiente para la envergadura del proyecto.

Nota mental: qué fluida resulta la escritura cuando la película te ha gustado. O cuando no. Y cómo se encalla cuando la película te ha dejado en tierra de nadie.