Ha comenzado fuerte la Sección Oficial a Concurso. Y ha empezado de menos a más. De una propuesta cinematográficamente solvente y una historia insuficiente, Runner, a la potente e incómoda nueva película de Jaime Rosales.

Girasoles Silvestres: historia de una huida en tres partes
La nueva película de Jaime Rosales vuelve a tener una estructura episódica, aunque cronológicamente menos compleja de Petra. Aquí cada parte toma el nombre del protagonista masculino, antagonista de Julia (Anna Castillo): Óscar, Marcos y Álex se suceden como parejas de una mujer compleja, madre de dos hijos e hija de un bonachón y siempre dispuesto ayudar padre interpretado por Manolo Solo.
Relaciones complejas que van desde el extremo violento al hombre al que la responsabilidad que suponen cuatro hijos le agobia; pasando por el que se ve incapaz de afrontar su paternidad y decide que lo mejor es desaparecer. Hombres con rasgos más o menos abusivos, enfrentados a una mujer que se debate entre la falta de cariño y el no aceptar que su destino es tener que culpar a las puertas de su casa de los golpes que le propina su pareja. En este sentido Rosales no juega a la ambigüedad: Julia reacciona, en ocasiones de forma explosiva, pero no se conforma.

Una película muy bien rodada y con un reparto en estado de gracia, pero en el que destacan Oriol Pla (Óscar) y Anna Castillo. Personajes que no esconden sus orígenes humildes pero no por ello se resignan a una vida pobre y embrutecida. El personaje de Julia es posiblemente una de las protagonistas femeninas más potentes del cine español reciente: sus gritos esconden un estado de agotamiento provocada, entre otras cosas, por los sentimientos encontrados que le provoca la maternidad. Pero también es una mujer que no ofrecerá la otra mejilla cuando le hayan golpeado la primera vez. Del ambiente acuciante que la rodea es responsable en gran medida Hélène Louvart, responsable de la cinematografía de la película. Con mucha luz natural que destaca la naturalidad de Julia, la cámara se acerca al personaje para transmitirnos sus sensaciones.
Girasoles Silvestres una propuesta potente, quizás no tan redonda como Petra. Pero es muy posible que Rosales juegue a ensuciar la factura de la película para no depurar ambientes degradados.
Runner: huida a ninguna parte
La propuesta de Marian Mathias es la otra cara de la moneda de la película de Rosales en varios aspectos: estéticamente más depurada, esconde las miserias dea los personajes todo cuanto puede. Pero el resultado dista de tener el ritmo y el acierto de la española. Imágenes bellamente encuadradas, exteriores que buscan que tanto los personajes como el espectador tengan espacio para respirar, pero que forman un conjunto algo insípido. En un símil gastronómico, sería un plato que no sacia pero tampoco te fastidia una comida.

Secundarios que no acabamos de entender aparecen en pantalla para dar la réplica a una protagonista que es, sin duda, lo mejor de la película: Hannah Schiller. Ella huye de su padre y su locura, de un ambiente que la juzgará haga lo que haga. Hasta de sí misma. Pero es de esos personajes, que en su construcción alrededor de esa huída parece que acaban por olvidar de qué huyen.