La nueva propuesta de Diego Lerman recupera el pulso que perdiera con Una especie de familia. Una película que moviéndose en la peligrosa zona en la que encontramos a los The Equalizer del cine, esos protagonistas que tanto te apañan un cambio de bombilla como que acaban con una sector de la mafia rusa, logra salir airosa de todas las trampas que ella misma se va poniendo.

El profesor al que da vida Juan Minujín es esa clase de hombre apañado que, sin ser especialmente brillante en muchos aspectos de su vida, es lo suficientemente brillante como para adaptarse a las circunstancias. Lo demuestra su primer día como profesor de literatura suplente en un colegio de barrio problemático, en que se inicia con un discurso que recoge ideas planteadas por algún que otro autor, pero que rápidamente reconduce cuando se da cuenta que de esa manera va a perder a su alumnado.
De manera similar se adapta a los cambios en su vida personal, tanto con su padre (Alfredo Castro) como con su ex-mujer (Bárbara Lennie). Un tipo sensible y algo cabezota, pero también resolutivo. En esa vertiente más social del personaje la película encuentra su identidad y es cuando mejor funciona. Las relaciones personales con el entorno familiar, laboral y en el barrio nos dejan las mejores escenas, con un brillante trabajo actoral y de dirección. Es cuando la película se intenta adentrar más en el thriller que pierde algo de ritmo y resulta algo inconexa. La salva la presencia de Minujín.

Con muchas escenas rodadas cámara en mano, esta El suplente tiene momentos en los que esa cámara inquieta que se acerca tanto a los personajes resta claridad a las escenas. El brío de esa cámara es incuestionable, pero en algunos momentos llega a saturar al espectador. No sucede lo mismo con las escenas en el aula, por ejemplo. Mucho más reposadas al tiempo que inquietas, demuestran un dominio del espacio en el que se desarrollan que deja patente la madurez como realizador de Lerman.
En conjunto, la película logra mantener el interés del espectador por sus personajes y lo que les sucede. Así como resulta convincente en su retrato de una sociedad marcada por las desigualdades y gobernada por aquellos que sacan tajada de las mismas.